la mano de fuego
Atardecía ya cuando el viajero, un tanto indeciso, detuvo su coche junto a un poste indicador de caminos. A HIGHWATCH TOWER 2 MILLAS —Bueno, por fin parece que he dado con la ruta precisa —se dijo el viajero para sí, muy satisfecho de haber hallado la orientación adecuada para llegar a su destino. Silbando alegremente, el viajero embragó, pisó el acelerador y continuó por el caminejo señalado por el poste y que se adentraba en un espeso bosque. El ambiente era terriblemente sombrío, pero al viajero no le importaba en absoluto.