PAÍS LIBRO

Autores

clark carrados

la llama humana

El proyectil chocó contra la piedra y, tras el chasquido del impacto, se produjo una nubecilla de espeso vapor que, no obstante, se disipó con rapidez en la ardiente atmósfera de aquel desolado asteroide. Red Rutton, con la pistola desintegradora en la mano, maldijo entre dientes.