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clark carrados

fórmula para destruir un planeta

Volvió la cabeza una vez más y masculló un juramento a media voz. Sí, aún seguían sus pasos aquellos malditos sabuesos. Y el coronel Fert-Tsu, en cabeza. Eric Allen se dijo que, a menos que no consiguiese eludir la persecución, podía darse por perdido. Fert-Tsu tenía procedimientos especiales para hacer hablar a sus prisioneros. Decía que no había lengua rebelde para él. Allen no tenía el menor deseo de comparar la exactitud de aquel dicho. Todo su interés se centraba en esfumarse cuanto antes. Pero, ¡maldita sea! ¿es que no iba a haber algún lugar apropiado en toda la extensión de la avenida? Fert-Tsu y sus esbirros caminaban despacio, al mismo ritmo que él. Al perseguido le parecía que Fert-Tsu demoraba la captura, saboreando sádicamente el terror de su víctima, gozándose en dilatar el momento de la aprehensión, para influir así en los nervios de su perseguido. Incluso podía haberlo matado allí mismo.