PAÍS LIBRO

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clark carrados

el secuestro de eva doyl

Los ojos de Carroll estaban fijos en la enorme trucha que merodeaba plácidamente por el remanso, sin hacer mucho caso del anzuelo y del señuelo que Carroll mantenía pacientemente. El pez parecía más predispuesto a disfrutar de la tranquilidad del lugar que a lanzarse a la caza de la mosca que se hallaba tentadoramente a poca distancia de sus fauces.