PAÍS LIBRO

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clark carrados

el poder de la mente

La muchacha se paseaba lentamente por la orilla del mar. Ciertamente no por la playa. Era un paseo marítimo, de suelo embaldosado, con barandillas protectoras para los viandantes. A lo lejos se divisaban los hoteles y mansiones de lujo, brillantemente iluminados. Entre el paseo y los edificios había una vasta zona ajardinada, con abundantes palmeras y profusión de arriates y macizos de flores. El lugar estaba desierto en aquellos momentos. Ella era morena, de tez tostada y ojos verdes. El vestido de noche dejaba al descubierto unos hombros perfectos y una garganta de cisne, adornada con valioso collar de perlas de tres hilos. En la mano llevaba un pequeño bolso de fiesta, en el que destellaban las piedras preciosas, adecuadamente sujetas al tejido.