PAÍS LIBRO

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clark carrados

el crimen de fanny britten

Estaba sentada en un butacón, muy rígida, con las piernas juntas, pero no cruzadas, y las manos sobre el regazo, la izquierda, encima de la derecha, tapando el pequeño revólver niquelado, con cachas de marfil, que empuñaba crispadamente. Los ojos de Fanny Britten parecían contemplar el cuadro situado en la pared frontera, pero, en realidad, no veían nada. Ausente de cuanto le rodeaba, parecía una estatua en la que únicamente se apreciaban los movimientos regulares de una acompasada respiración.