PAÍS LIBRO

Autores

clark carrados

cepo para un lobo

Sonó el teléfono. Una mano velluda, adornada con un par de valiosas sortijas, levantó el aparato. —¿Sí? —Hola. Ya está liquidado el asunto. —¿Ha salido bien? —Perfectamente. —¿No ha habido fallos? —Si hubiera habido algún fallo, ya no sería perfecto. Yo diría que ni se enteró.