el muerto acusa
MLLIKAN Brittles descendió del tren suburbano que había salido a las 6,30 de Springfield, cuando el convoy llegó a la estación de Oaklawn. Llevaba un pañuelo blanco alrededor de los dedos de su mano izquierda. Echó una mirada sobre las personas que había en el andén, que no eran muchas, y no encontrando la que buscaba se dispuso a salir al exterior. Atravesó el vestíbulo de la estación, y salió a una plaza en la cual había estacionados varios coches de alquiler. El muchacho lanzó una ojeada sobre los edificios que la circundaban. Fue la primera visión que tuvo de esta pequeña población somnolienta, que Mónica llamaba “su ciudad”. La plaza estaba formada por pequeños edificios, ninguno de altura superior a la de tres pisos. Varios de ellos tenían un jardín delante de la edificación. Un lado completo de la plaza estaba formado por la estación y un pequeño jardín anejo.