PAÍS LIBRO

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burton hare

tráfico de sangre y fuego

Como una distinción especial, el guardián le acompañó hasta la puerta. Antes de abrirla dijo: —Se portó usted bien, Jordán. Espero que jamás vuelva por aquí. Los ojos helados de Max Jordán relampaguearon un instante. —Tal vez vuelva —murmuró—. Y no a causa de la nostalgia. La cárcel es siempre un mal recuerdo. —Sí —dijo el guardián—. Pero es mejor no volver nunca. Jordán se encogió de hombros. Cambió el bulto a la izquierda y estrechó la mano del guardián.