la dama del callejón
Market Lane era un pozo de sombras, olía a infiernos y estaba desierto. Arriba, donde terminaban los edificios sórdidos e insalubres, se recortaba, lejano, un retazo de firmamento estrellado, sombrío, pero quizá lo único limpio que podía contemplarse, desde el pudridero que era el estrecho callejón. La sombra más negra que se guarecía en el quicio de un portal tal vez pensaba en eso, mientras aguardaba.