¡abrázame, muerte!
—Juro que está haciendo oposiciones para que le encierren —sentenció Gray. —¿Te refieres a McShane? —¿A quién si no? La atmósfera era tan espesa que hubiera podido cortarse con un cuchillo. El humo del tabaco flotaba igual que una niebla. McShane vació la copa y miró de través a los dos detectives. Arqueó una ceja y gruñó: —Cualquier día de estos alguien va a encontrarse con los dientes en la nuca.