los íberos y la guerra
Así se refería a los íberos el historiador romano Tito Livio. Un pueblo guerrero y orgulloso cuyas armas representaban su dignidad y su condición de hombres libres, y que no dudaban en quitarse la vida si eran despojados de ellas, porque para ellos eso era peor que la muerte o la esclavitud. Durante los cinco siglos en que su cultura fue evolucionando hasta ser absorbida poco a poco por el mundo romano los íberos lucharon contra todo y contra todos, tanto dentro como fuera de la Península Ibérica. Aunque ese proceso de absorción no fue sencillo, y es que tanto los cartagineses primero como los romanos después, sufrieron lo indecible para reducir a estos indómitos guerreros, y padecieron en sus carnes los efectos de las armas que los habitantes de Iberia habían aprendido a forjar a lo largo de los siglos, sobre todo de la temida falcata, la espada curva que levantaba pavor entre las legiones que sufrieron sus estragos. El gigante romano acabó aplastando sin miramientos a estos guerreros duros y valerosos, pero al mismo tiempo contribuyó a ensalzarlos al dejarnos el relato de la dureza de los combates en los que Roma vio morir a muchos de sus mejores hombres, algo que no ha hecho más que engrandecer una leyenda que ha llegado plenamente viva hasta nosotros.