se cierra el círculo
UN nuevo golpe con la pistola en el vientre dejó a Deel casi sin conocimiento, doblado sobre sí mismo, caído de bruces en el piso de aquel sucio sótano. Pero entre dos hombres lo asieron por los brazos y lo volvieron a poner en pie. En total eran cinco hombres. Cinco hombres contra uno solo, que ya había sido golpeado hasta quedar prácticamente sin respiración. Pero no golpes visibles, en la cara o manos, sino golpes bien pensados, en el vientre, en los riñones, en el hígado…