el rancho doble c
Bronco dio unas suaves palmadas en el cuello del hermoso caballo que montaba. —¡Vamos, viejo! Pronto se acabará esto y podremos descansar un poco, que bien nos lo hemos ganado. ¡Qué travesía más dura! El corcel movió ligeramente la cabeza y lanzó un ligero relincho. Diríase que había entendido lo que el jinete había querido decirle. —Ya sé que estás cansando, amigo, y yo también. Pero ya llegamos a lugar habitado. Un último esfuerzo y descansaremos.