blackwell, el pirata del támesis
Entre seis y siete de la mañana, la West-Ferry-Road, calle situada en los barrios oeste de Londres, hacia los docks, ofrecía un desusado aspecto. Alrededor de un hombre que excitaba a la vez el terror, la compasión, y hasta en algunos momentos algo de hilaridad, habíase agrupado enorme concurso. Aquel hombre podría tener de veinticinco a treinta años, era de elevada estatura y bien conformado, pero su rostro estaba descompuesto, usaba barba rubia enmarañada, cabellos muy largos, mal peinados y tenía extraña mirada fija.