PAÍS LIBRO

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alf. regaldie

los asesinos también mueren

El fulano que se había sentado junto a Mark, y que había dejado de amenazarle con la pistola, le obligó a colocarse unas gafas negras, cubiertas por ambos lados, que le impedían en absoluto la visión. A pesar de ello, calculando el tiempo que tardaron en cruzar sobre un río, supuso que le llevaban a Bronx tras cruzar sobre el Harlem «river». El automóvil realizó algunas maniobras bruscas, evitando con ello que Mark pudiese tener idea de por dónde le llevaban.