PAÍS LIBRO

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albert rosbund

te quiero… muerta

La gente salía apresuradamente de la empresa, con la satisfacción de haber dado por terminada una jornada más de trabajo, ahora, lo que restaba del día les correspondía a ellos únicamente. Para Wanda Blake la alegría era mayor. No sólo había acabado por aquel día, sino para siempre. Adiós a su labor de secretaria. Un grupo de compañeras y compañeros la rodeaba, mientras ella le dirigía una mirada de despedida al edificio. Eran cinco años de su vida los que dejaba allí. A cambio, la empresa le había facilitado la ocasión, o la oportunidad, de que conociera a su futuro marido.