trágico safari
El dardo, al clavarse en uno de los árboles inmediatos a Harry Lamborn, produjo un ruido vibrante, estremecedor. La caravana se detuvo y todos miraron espantados la lanza pequeña, arrojadiza. Una liebre saltadora cruzó como un meteoro por entre las piernas de Alicia Collins, quien no pudo contener un grito de terror, al que siguió un comentario con voz no muy firme: —No es nada. Tengo los nervios deshechos y… Un joven de unos treinta años, muy alto y en cuyas manos llevaba un rifle en disposición de disparar, tranquilizó a la muchacha...