lucha en la sombra
Rodney Henderson, dejando en el suelo el estuche de pinturas, miró en torno suyo. Merecía la pena haber abandonado la grata compañía de Susan y la Exposición de Crisantemos de los jardines de Dango-Zaka para contemplar tan hermoso paisaje. Sobre la colina de Maruyama, en el Parque Shiba, el más popular de Tokio, por centrarse en él hasta 1877, los sentimientos budistas de un pueblo profundamente religioso, Rodney Henderson tenía a sus pies la gran puerta Sammon, único vestigio del derruido templo de Zojoji, erigido por la secta «Yadó». Los «Monumentos Mortuorios», maravillas del arte japonés, alzábanse, pregoneros de la milenaria cultura de una raza fuerte.