¡ajusticiado!
EN el sórdido barrio chino de San Francisco de California, la mayor concentración oriental en el mundo, si exceptuamos los países asiáticos, la noche iba acompañada del delito. Las principales calles rebosaban de establecimientos de bebidas y cabarets de baja estofa, cuyos negocios principales eran el tráfico de drogas y el juego. ¡Resultaba inconcebible tanta perversión!