asesinato en el hipódromo
Al inspector Hopkins le pasaron la comunicación cuando se disponía a ir a tomar el té. —¿Sí? —Inspector, soy la señora Mason. Estoy muy preocupada por mi marido. —Cálmese, señora Mason. Dígame qué le ocurre. —Esta mañana, al levantarme, he encontrado una nota de mi marido en la que se despedía de mí. Al principio no le he dado excesiva importancia, pero... —Un momento, señora Mason —cortó el inspector Hopkins—. ¿Por qué no le ha dado excesiva importancia? —Inspector, preferiría que viniera usted a mi casa... —dijo la mujer.