PAÍS LIBRO

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adolf quibus

fósiles inhumanos

Estaba sentado con un vaso de whisky en la mano, pensando en lo estúpido que puede ser el descanso, cuando este es forzado. No me fijé en ella hasta que la tuve frente a mí. Era una real hembra de pelo rubio artificial y ojos verdes. Caminaba con seguridad, una seguridad que le daba todo lo que necesitaba su cuerpo bien formado. Se sabía hermosa y se aprovechaba de ello. —¿Roy Hendric? —me preguntó, aunque en su tono de voz se notaba que estaba segura de no haberse equivocado. —Yo mismo —le respondí, a la vez que me levantaba y le ofrecía un asiento en mi mesa.