PAÍS LIBRO

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adam surray

un alto en el camino

ERAN tres hermanos. Estaban alrededor de una destartalada mesa contemplando entusiasmados los cuarenta mil dólares. —Creo que hemos hecho lo más conveniente —dijo Albert Perkins, el hermano mayor. —Seguro —rió Edward. Albert y Edward se llevaban dos años. Físicamente era muy parecidos. Fuertes, musculosos y de facciones correctas ocultas tras espesas barbas. Un par de pesados revólveres del 45 pendían de sus respectivos cinturones canana. El tercer hermano permanecía silencioso, con un cigarrillo a medio consumir entre sus finos labios. Era el más joven. Tenía veintiocho años. Al contrario que sus hermanos, era amante del aseo personal.