PAÍS LIBRO

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adam surray

tumba para dos

Un sol virulento. Implacable. Los rayos caían perpendiculares sobre la rojiza tierra. Los guijarros parecían quemar. Ni la más calurosa de las lagartijas se hubiera atrevido a desafiar aquel agotador sol. El grupo de hombres permanecía en la explanada. Riendo y vociferando. Ajenos por completo al rigor del sol. Ya estaban acostumbrados.