PAÍS LIBRO

Autores

adam surray

tres tristes tumbas

La tarea que Clinton Swanson y Nash Rogers se habían impuesto, siguiendo a caballo el brioso trote de los equinos que arrastraban la diligencia que aquella mañana había partido de Yuma con dirección al norte, era dura y agotadora, pero los dos tenaces jinetes entendían que la fatiga, el esfuerzo y el fiero sudor que brotaba de todos sus poros, bajo la fiera caricia del sol abrasador del mes de agosto, merecía la pena de todo cuanto hubiese que aguantar hasta llegar a su destino, que no era el suyo precisamente, pero que lo hacían de su propiedad, por el beneficio que podía reportarles.