PAÍS LIBRO

Autores

adam surray

la dama de la montaña

Los buscadores de oro de Clinty Pass vivían peor que las mismísimas ratas del desierto. Las agrestes colinas eran sus moradas durante meses y meses. Cercados por los desfiladeros. Azotados por la lluvia, la ventisca o por un sol implacable. Muy pocas eran las comodidades de que disfrutaban aquellos rudos hombres que serpenteaban por los desfiladeros, picoteaban en las montañas y sumergían las pailas de lavar a lo largo del Clinty Creek. La más cercana localidad civilizada, por decirlo de alguna forma, era Reed City. Aproximadamente a una semana de tiro de mula. Los buscadores no contaban con briosos caballos. El paso de una carreta por los desfiladeros de Clinty Pass era penoso y lento. De ahí que los buscadores de oro permanecieran en la zona. Eran muy pocos los que se aventuraban a perder un par de semanas, entre ida y vuelta, en desplazarse a Reed City. Los que llegaban lo hacían ya con provisiones para largo plazo.