el último de los mcclure
El sol caía a plomo. Con virulencia. Los tres jinetes detuvieron sus jadeantes monturas. Los flancos de los animales aparecían bañados en sangre, sudor y tierra. También los tres hombres cubrían su vestimenta por una fina capa de polvo rojizo. Uno de los jinetes se despojó del sombrero de ancha ala y copa aplastada. Con el dorso de la mano barrió parte del polvo y sudor acumulado en su frente. Su pelo rojizo quedó al descubierto.