PAÍS LIBRO

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adam surray

chicago 71

EL hombre de canosos cabellos hizo una breve pausa. Su mirada vagó con escalofriante indiferencia. Sus azules ojos no reflejaban emoción alguna. Carecían de brillo. De vida... Eran los ojos de un hombre ciego. Sus sarmentosas manos, de largos y temblorosos dedos, aprisionaban una Biblia de maltrecha encuadernación. El no podía leer, sin embargo todos los pasajes del sagrado libro estaban grabados en su mente con absoluta fidelidad.