PAÍS LIBRO

Autores

a. rolcest

huellas en el mar

La samba desplegó el embrujo de su sensualidad y tristeza, y los ojos de las parejas adquirieron un nuevo brillo. Los cuerpos de las mujeres —sirenas con escamas de seda y joyas—, adoptaron un cimbreo juguetón, tal vez lascivo. El salón resplandecía por el joyerío de luces, por el oro y piedras preciosas brillando sobre bustos casi desnudos, por los valiosos trajes y tocados caprichosos. El inmenso salón donde se celebraba la fiesta era un arca conteniendo todo lo opulento, todo lo bello de aquel mundo fácil, alegre, de personas acostumbradas a manejar inmensas riquezas. El palacio de Samuel Karby, en Oregón, entre acantilados frente al Pacífico, concentraba aquella noche a lo más destacado de la política y las finanzas que se encontraba en la costa en plan de vacaciones.