el asesino blanco
Dave volvió la cabeza para mirar a la pista. No tuvo necesidad de buscar mucho. La acompañante de Bud Laskey parecía una antorcha encendida en medio de las demás parejas. Su espléndida escultura se revelaba a través del tenue vestido y cuando las evoluciones del baile hacían que estuviera de frente, Dave veía un óvalo perfecto, con el corte acentuado por el rímel, de unos ojos de trazo asiático y una boca pequeña, encarnada, con el labio inferior un poco adelantado en el que parecía asomar algo desdeñoso.