alma y colt
—¡Muy bien, vaquero! ¡Así, como jugando, has dejado la manada en orden...! Quien decía esto era un hombre de cabellos grises. Llevaba la placa de sheriff. Al entrar el ganado en la cañada, había habido un amago de estampida En una de las vertientes de la cañada, sentados a la sombra de los árboles estaban el sheriff Ruark y otros dos hombres, poco más o menos de su misma edad.