PAÍS LIBRO

Autores

a. rolcest

a tres minutos de la muerte

El viejo tenía un pecho esquelético. Se veía el andamiaje de las costillas, y los ojos pequeños, de un azul turbio, se perdían en la enmarañada barba y pobladas cejas. Pero la pelambrera era postiza, porque de dos manotazos se la quitó, mostrando una cara rasurada, y una cabeza monda. Quedó su enjuto cuerpo, y su vejez.