Álex, harto de esperar, tomó una decisión. Quizá no la meditó demasiado, porque él, no solía hacer las cosas de ese modo. Pero no iba a quedarse a recoger las cenizas que dejó
Cris acababa de cumplir sus dieciocho. Estaba aprendiendo a ser ella misma, a sacudirse la timidez y a borrar aquella etiqueta de «niña bien de Barcelona», que todo el mundo le
Cris y Álex se sentaron uno frente al otro. Mirándose. Midiéndose. Ella sonrió confiada, sabiéndose fuerte. Álex lo hizo burlón, sabiéndose acorazado. Estaban convencidos de qu