En 1874, en una España que se resiste a abandonar el Romanticismo, un escritor de poca fortuna es llamado a la Sierra de Cazorla por un pariente lejano. La carta en donde se le
Daza, Jaén, comienzos de los años 60: a Pablo Suances, un adolescente sensible e inquieto, el pueblo comienza a quedársele pequeño. Solo le provocan algún entusiasmo las clases