Buscó un lugar apropiado entre la maraña de anuncios y se dispuso a clavar su letrero de detective privado. Lanzó una mirada a su alrededor como si quisiera convencerse de que
Bill Mason, cercano a los treinta años, moreno, muy alto y ojos negros, acabó de engullir la última porción de langosta a la «Thermidor». —Esto es vida, ¿eh, Max? Su amigo Max
Una de las peores cosas que le pueden ocurrir a un tipo en este mundo es abrir los ojos y darse cuenta de que lo han enterrado vivo. Sí. He dicho bien. Enterrado vivo. Resulta
Rex Carter volvió a leer el anuncio en el periódico cuando se hallaba justo ante la puerta de la Oficina de Gestiones Generales. Tenía veintiocho años, era moreno, muy alto y d