Marmont, el sheriff, daba su última galopada por las secas y polvorientas tierras donde sus dos 45 y su estrella de plata impusieron la Ley sobre unos hombres que luchaban cont
—Así está El Cortez—dijo el coronel Stranford, terminando su largo relato. —Aquello es un infierno, donde no impera otra ley que la del revólver y no se respeta a nada ni a nad