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harry stephen keeler

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El acusado había terminado su relato. Un relato en virtud del cual, fuera de toda duda, iba a vivir… o a morir. El relato de por qué había sido hallado allí… en territorio mili
el cráneo del clown bailarín
‘El cráneo del clown bailarín’ (The Skull of the Waltzing Clown, 1935), de Harry Stephen Keeler, tiene un genial comienzo, con la descripción del funcionamiento de La revista d
el matemático asesinado
Quiribus Brown, con sus siete pies y medio de estatura gigantesca que le hacían sobresalir por encima de todos los seres humanos que estaban a su alrededor y parecían pigmeos a
la botella del sello de lacre verde
Derek Wingblade iba despacio esta noche por la mal reputada «Honky-Tonk Row»1, de Nueva York, con el llamativo traje de mejicano que le había proporcionado el Director del «New
la cara del hombre de saturno
Jimmie Kentland, redactor del periódico «Sun», de Chicago, acuciado por su jefe para que consiga una gran noticia, desobedece las instrucciones de éste y abandona su puesto de
las gafas del señor cagliostro
Un millonario ha dejado un extraño testamento, pero aparece un doble del heredero, de lo cual se aprovechan personas sin escrúpulos para su medro personal. La lectura del testa
noches de sing sing
Tres individuos se ven involucrados en un crimen del que sólo dos de ellos son culpables. Qué mejor para el lector que, por una cuestión de honor, resuelvan la controversia en