gordon r. dickson
al estilo extraterrestreLa posibilidad del espionaje electrónico mediante detectores implantados en el cerebro de un general enemigo: tal es el tema sugerido por Dickson en esta novela, diez años ante
dorsaiCon ferocidad sus hombres abrieron fuego desde los árboles. Durante varios segundos reinó una confusión total en el suelo. No es fácil descubrir de inmediato desde qué direcció
el caballero dragónJim Eckert, joven matemático del siglo XX, es ahora Sir James Eckert, Barón de Bois de Malecontri y Riveroak (¡y «ahora» es el siglo XIV!). Una buena mañana se despierta con la
el dorsai perdidoComo un hombre atrapado en un sueño, alargó la mano y desactivó al último centinela, «el perro guardián», el robot que orbitaba más cerca del Puesto. En una exhalación desapare
el espíritu de los dorsaiEn su mente había demasiadas cuestiones que no podía explicar, cosas que aún no le había admitido ni siquiera a ella. Por ejemplo, la cuestión de su visita a Foralie, y aquél m
la era del teleporteGrandes luchas en las profundidades submarinas para destruir una Organización secreta a la que el mundo llamaba: Los Inhumanos. La victoria sobre esta organización la obtiene u
la estrategia del errorLa toma de Margaretha, en Freilandia, fue el último de una serie de compromisos que libraron con buena fortuna los nuevos mercenarios Dorsai bajo el mando de Cletus. Más de una
la llamada lejanaEstamos en 1990, en vísperas del primer viaje tripulado a Marte. En ese momento, Jens Wiley, subsecretario para el Desarrollo del Espacio, se entera que la expedición corre pel
la torre abominableJim Eckert era un dragón. No es que él lo hubiera querido así, pero eso fue lo que le sucedió cuando partió para rescatar a su prometida. Al ir en pos de ella a través de una i
nigromanteEn aquel preciso momento, durante una fracción de segundo, cuando el dragón y las aguas hubieron desaparecido, apareció algo mortal y real.Aquello llegó desde una distancia que
soldado no preguntesAsí es cómo empieza la «Ilíada» de Homero, una historia de hace treinta siglos: «Ésta es la historia de la cólera de Aquiles». Y ésta es la historia de mi cólera; yo, un hombre