geo dugan
barco de brujasAustin Camden, ojos cerrados, presionó con el pulgar derecho el resalte que en su reloj pulsera acallaba el tintineo del despertador. Las siete y quince minutos. Se colocó el b
cementerio flotanteLa caleta a sotavento de la volcánica isla martiniquesa, poseía una riqueza de colores, que justificaba su nombre de Coin Paradis. Era en verdad un rincón de paraíso, con su qu
las siete sirenas«Las máquinas repicaban con exasperante monotonía», pensó James Benton, mientras iba colocando los rectángulos de papel carbón entre las hojas: el original y dos copias. Sin em
ley secaRay Garnet completamente envuelto en la manta, dormía profundamente, teniendo por colchón el suelo. Pero el cansancio físico, suplía con creces toda apetencia de confort. Gruñó