f. p. duke
con pasaporte robadoFue un impulso desesperado el que movió a Wilbur Alwin a refugiarse en la estación de Varsovia, cuando acorralado por la policía llevaba dos horas tratando de evitar su captura
doble triunfoEstaba en el antedespacho del señor Wolff, su superior. El agente, un tipo alto, fuerte y elegante, de unos treinta y dos años, de tez morena, ojos negros y pelo liso, brillant
el cheque falsificadoAquella mañana el Inspector Jefe de Scotland Yard se encontraba muy preocupado con cierta información que su inspector preferido, Joe Graven, acababa de entregarle. El joven He
el secreto del tratado de químicaRalph Tyndale penetró silbando alegremente por el inmenso salón de redacción del New York Times a cuya plantilla pertenecía, y, con una mezcla de paso marcial y tiempo de fox,
héroes anónimosEn una rústica cabaña de troncos, camuflada entre árboles, en la costa inglesa, frente a las de Francia y frente al aparato transmisor y receptor de radio, que estaba funcionan
la contraseñaEl agente Alexander Reagan abandonó las oficinas del F. B. I., sin nada importante de qué ocuparse. AL parecer las cosas marchaban bastante tranquilas y su jefe no le había enc
traficantes de muerteEl agente Sax Howie repasaba mecánicamente el «New York Times», mientras tomaba el aperitivo. El célebre diario dedicaba la mayor parte de sus páginas a defender la política ex
un capitán de comandosWilson Hopkins se miró complacido ante la amplia luna del lavabo de su cuarto de aseo en el «Hotel Regina», y se sintió complacido de lo impecable de su atuendo, de su bien ras
una mano en la sombraLa última lección del curso había terminado. De los sesenta alumnos que ingresaran tres meses atrás, solamente diez habían resistido tan dura prueba. El resto fue eliminado por