—Digo, ¿qué eres? —ahora había ya verdadero miedo en la voz de Tuppence—. ¿Qué estás haciéndome?—Sólo te hablo y te escucho, Oscar —el tono de Pat era tan suave y dulce como al
Desde allí pude ver lo que ninguna otra persona ha logrado siquiera soñar en la más espantosa de las pesadillas.Me acurruqué en aquel rincón de forma inverosímil, retorciendo t