austin gridley
el oro desaparecidoLa diligencia de la tarde de la Standard Lines dejó Wilcey Center para dirigirse a Rangeville, según el itinerario oficial. Viajaban en el vehículo cuatro viajeros, de los cual
el rancho del crimenIba desapareciendo lentamente el sol, tiñendo de púrpura los lejanos picachos de los montes de San Lorenzo, y su luz difusa iluminaba una escena de belleza incomparable, bañand
el sheriff de la quebrada del buitrePistol' Pete Rice era el sheriff del condado de trinchera, en el estado de alabama y en su lucha contra los fuera de la ley estaba auxiliado por sus dos ayudantes, un mozarrón
el trasgo del desiertoLas luces nocturnas proyectaban arcos anaranjados sobre el palio oscuro acerado de la noche. Rasgadas banderas de nubes pasaban por delante de la plateada media luna. Las estre
el valle de los hombre muertosEl sol acababa de ocultarse detrás de los Montes Pompanos. Una ligera niebla parecía envolver con tenue velo los picos de la sierra. Un silencio sepulcral reinaba en toda la re
la ciudad del solEl jinete no economizaba las fuerzas de su caballo ni las suyas. Los herrados cascos del animal batían rítmicamente la tierra, levantando, de vez en cuando, fugaces chispas de
la quebrada de la muerteEl aire parecía cargado de presagios de muerte. La sombría cabalgata caminaba lentamente hacia la Quebrada del Buitre. Se cernía sobre el grupo esa tristeza especial que acompa
la vuelta del halcónEl jinete se precipitó por la ladera a una marcha terrible. La cuesta era muy inclinada y pedregosa, y un tropiezo en el descenso suponía un peligro mortal. El jinete, sin emba
los lobos de la haciendaEl barbero era todo un hombre en su oficio. Manejaba con sin igual destreza la navaja, las tijeras y la maquinilla de cortar el pelo y era limpio y locuaz. Aparte de esto, sabí
los malvados runnisonsEnormes peñascos alzaban sus cimas a ambos lados de las sendas que la Naturaleza había trazado a través de la Montaña Rocosa. Algunos de ellos estaban engarzados en las altas p
mensaje de muerteUna vaga silueta se destacó contra el cielo de la noche, y un caballo y un jinete se detuvieron en la cresta de la loma. El jinete giró sobre la silla levantó una mano. Inmedia
sangre en el desiertoLa vela ponía una mancha amarillenta en la oscuridad de la choza. Su llama hacía destacar la rústica mesa y los rostros enmascarados de los que se sentaban a su alrededor. Uno
terror y desolaciónEl tren de carretas avanzó, chirriando, hacia Mineral Point. Los hombres que lo acompañaban, iban con los músculos en tensión. En todos los rostros se reflejaba una honda preoc
tres buenos camaradasEl potro mesteño estaba agotado. Su jinete iba moribundo. Él lo sabía. Unas horas antes una bala había perforado su espalda, alojándosele cerca del corazón. Consiguió volverse