PAÍS LIBRO

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artur rajull

as de trébol
PRESCOTT retuvo entre sus dedos, temblorosos por la impresión recibida, el extremo de la sábana que cubría la causa de su emoción. Resultaba imposible contemplar aquella visión
bajo la superficie
El sudor corría copiosamente por el barbado rostro del oficial, mientras sus brazos, caídos con indolencia sobre las guías del periscopio, le hacían girar con lentitud, recorri
la muerte silbante
TODO comenzó de una manera absolutamente vulgar aquella calurosa mañana de julio. Ante el insistente repiqueteo del timbre del teléfono, el teniente O’Rurke, de la Policía Metr
mano de hierro
JEREMIAS Ascott observó a su visitante con expresión dubitativa. La noticia había sido recibida sin el más leve pestañeo, y una sorda irritación comenzó a adueñarse de él al re