PASADAS las horas del mediodía, apenas si transitaba ya nadie por las retorcidas y sinuosas calles de Shaddock, huyendo de los quemantes dardos que un sol de fuego suspendido s
Hasta entonces, Quemado había sido un pueblo sin complicaciones pese a su proximidad a la frontera y a la turbulenta y difícil ciudad de El Paso donde se daba cita toda la podr